Autores: Héctor Infante, Mónica Garza, Elizabeth Ortiz, María Cristina de Ovando, Julieta de la Mora, Rodrigo Musi, Lorena Careaga, Patricia Zúñiga, Dan Oropeza, Verónica Garza, Verónica Blanco, Salvador Mejía, Verónica García, Analuz Velarde, Verónica Estrada, Ana Perez Priego Zúñiga, Alfredo Martínez Zapata, Vanessa Padmir, Cecilia Carranza, Arianna Bañuelos, Gabriela Segura, , Nelly Semeijn, Arianna Bañuelos, Roberto Quiroz, Román Capdevilla Marcet, Diego Covarrubias, Fiacro Herández Alaffita, Luis Fernando Redondo, Fernando Cobos, Mariel Turrent, Miguel Ignacio Miranda.
Antología de relato corto.
Pídelo a: info@malixedit
ores.com
La pandemia nos ha estropeado la vida de
muchas maneras, pero gracias a ella hemos descubierto algunas ventajas. Para mí
uno de estos descubrimientos fue la posibilidad de la comunicación por Zoom. Durante
el confinamiento, comencé a dar un taller de narrativa gracias a la invitación
de mi querida amiga, la escritora cancunense Mariel Turrent. Nunca antes di un
taller de este tipo a pesar de trabajar desde hace más de veinte años en
programas de literatura y creación literaria en los Estados Unidos, donde
resido desde 1986. Los talleres de Malix Editores me dieron la posibilidad de
conocer y colaborar con escritores que están escribiendo novelas y cuentos
extraordinarios. Estos narradores me han enseñado que es posible pensar y
hablar de la novela y el cuento desde el proceso mismo de la escritura y no
únicamente desde la obra publicada, como lo he venido haciendo desde que tengo
memoria. El diálogo con ellos me ha recordado por qué escribimos y nos
desvelamos armando y tramando cuentos e historias que, por alguna razón tan
misteriosa como el acto de enamorarse, consideramos deben ser compartidos.
Hay tantas maneras de
leer como lectores y yo no estoy calificado para dar cátedra sobre este o
ningún otro tema. Hace muchos años descubrí, como muchos de ustedes, que la
lectura me daba libertad, refugio, placer y compensación por las indignidades
menores o mayores que uno sufre desde la infancia temprana. En aquel entonces
pensaba que había algo noble en la lectura y que los libros eran el producto
del trabajo de hombres y mujeres cuyas sensibilidades e inteligencia eran
superiores. Ya no pienso eso porque he tenido la buena y mala fortuna de
conocer muchos, demasiados quizá, escritores y de leer miles de libros. Ahora
pienso que aquellos que escribimos y publicamos nuestras obras somos ni más ni
menos que cualquier otro artesano o profesional, o cualquier otro artista o
técnico. Hay quien diseña páginas web o ropa, quien repara motores, quien
cocina, cura perros o caballos, y hay aquellos que escribimos libros.
Creo, pienso, siento, que los
escritores hemos creado una imagen romántica y conveniente de nuestro trabajo
porque manufacturamos ficciones, es decir, mentiras plausibles. Manipulamos,
tergiversamos, torcemos y retorcemos el lenguaje, las ideas, los hechos y los
motivos que guían las acciones de la gente que puebla nuestras páginas para
poder contar la historia que queremos que ustedes lean. Esto no es malo ni es
bueno, pero es necesario porque sin esta manipulación, sin este artificio, no
habría acceso a aquello que uno a cierta edad identifica como libertad, refugio
y posibilidad de escape o placer al abrir las páginas del libro.
Debo reconocer a priori que hablar de libros es una tarea poblada de ambigüedades e
incertidumbre. Hay demasiados libros, es imposible leerlos todos, tenerlos
todos, entenderlos, amarlos. La literatura es inasible. Es un concepto que hay
que desarmar, manosear, removerlo del estante para desempolvarlo, bajar del
pedestal. Mientras más consideremos a la literatura como una institución menos
nos ha de servir, menos placer nos brindará. Creo que este no es un motivo
indigno para asumir la tarea de leer: el placer privado, casi onanista, de leer
para uno mismo por el simple deseo de experimentar ese éxtasis egoísta e
individual que nos aleja del mundo mientras nos une a él de una manera milagrosa e inexorable.
Juvenal Acosta
Oakland, California, enero del 2021.
Comentarios
Publicar un comentario