Autores: Héctor Infante, Ana Suárez, Lorena Careaga, Verónica García, Dan Oropeza, Pilar Carrasco Mahr, Gabriela Segura, Nelly Semeijn, Diego Covarrubias, Elizabeth Ortiz, Itzel Castillo, Cecilia Carranza, Tessy Cifuentes López, Gabriel Vázquez Dzul, Sandra Monjarás, Ana Esther Urquizo, Lil Fernández Osorio, Irmgard E. von Wobeser, Luis Fernando Redondo, Mariel Turrent, Miguel Ignacio Miranda, Carlos Mendoza, Ricardo Saúl Aguilera, Josué Martínez Zapata, Emelyn Itzel Pérez Cruz.
Prólogo de Mauricio Montiel Figueiras
Antología relato corto
Pídelo a info@malixeditores.com
Según
los concibo desde 1990, cuando comencé a frecuentarlos en mi natal Guadalajara
para seguir la vocación que me llamaba desde niño y que me orilló a renunciar a
la carrera universitaria que cursaba, los talleres literarios deben ser
espacios de creación caracterizados por tres rasgos primordiales: generosidad,
espíritu conciliador y crítica constructiva. De acuerdo con mi experiencia, si
alguno de estos rasgos falta o bien se minimiza el taller corre el riesgo de
desequilibrarse y por ende de empezar a generar entre los participantes un
ambiente cada vez menos armónico, cada vez más enrarecido y tenso, que
terminará indefectiblemente por dañar la dinámica grupal. En mi calidad de
escritor invitado a impartir talleres literarios en distintos géneros desde
hace ya varios años, en algunas ocasiones he sido testigo de esta atmósfera
perjudicial para la creación que se genera a partir de comentarios destructivos
que no abonan en nada a la consolidación de un grupo de trabajo bueno y
saludable sino que, por el contrario, dinamitan cualquier esfuerzo por alentar
la escritura en quienes realmente pretenden ejercitarla de manera más
comprometida, más seria. Sobra decir que, en todos los espacios que me ha
correspondido coordinar, he pugnado porque antes que nada se respeten los tres
rasgos mencionados anteriormente, y es por ello que mi labor con quienes
integran el grupo autogestivo Malix Editores se ha convertido en una de las
aventuras más gratificantes de mi vida profesional. Marcada por la amistad y la
complicidad, valores que con el tiempo he llegado a aquilatar en un medio
cultural donde muchas veces priman la envidia y el rencor, esa labor que he
desarrollado al frente de talleres y clubes de lectura me ha permitido entrar
en contacto con una sólida comunidad de autores de toda laya que saben bien
cuán importante es escribir y leer en un ámbito definido por la concordia para
poder avanzar en los procesos personales de creación y reflexión en torno del
acto literario. Esto no implica, en lo absoluto, que la discusión y hasta la
polémica hayan brillado por su ausencia en los espacios que he tenido la
oportunidad de compartir con Malix Editores: sus integrantes, encabezados por
los infatigables Miguel Miranda y Mariel Turrent, saben asimismo que tales
actividades forman parte esencial de la evolución del escritor, siempre y
cuando se pongan en práctica con el deseo de contribuir al aprendizaje y no de
entorpecerlo o incluso de asfixiarlo. Por todo esto celebro que una iniciativa
de tanta calidad artística y humana como Malix Editores subsista contra viento
y marea en el panorama actual de un país como México, dominado por una
maquinaria institucional enceguecida por el culto al poder y por un desprecio
profundo al pensamiento creativo y crítico. Dado que ya me siento parte de este
estimulante cónclave de amigos y colegas, sé que es fundamental que se le
mantenga a salvo de todo aquello que no sea el amor auténtico por la
literatura.
Mauricio
Montiel Figueiras
Ciudad
de México, diciembre de 2022
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